La toma de decisión: De la esperanza a los hechos
Resolver la disonancia cognitiva
El paso previo y más complejo para abandonar una relación de abuso psicológico es mental, no físico.
La víctima opera bajo un estado de disonancia cognitiva, manteniendo simultáneamente dos ideas contradictorias que le generan gran tensión: "él me ama" (basado en sus palabras y la fase de seducción) y "él me daña" (basado en la realidad diaria).
El proceso terapéutico y de toma de conciencia se centra en mover a la víctima desde el terreno de la "esperanza subjetiva" hacia el de los "hechos objetivos".
El momento crucial, el punto de inflexión, ocurre cuando la persona deja de juzgar la relación por las intenciones declaradas del agresor ("dice que lo hace porque me quiere", "no quería herirme") y comienza a evaluarla estrictamente por los resultados en su propia salud ("cada interacción termina en llanto, ansiedad o miedo").
La superación del miedo y los duelos necesarios
La decisión de marcharse suele estar secuestrada por el miedo, ya que el agresor ha implantado sistemáticamente la creencia de que la víctima es incapaz de sobrevivir por sí misma en el mundo real.
Por ello, la salida no suele ser un acto impulsivo, sino el resultado de un proceso profundo de desprogramación mental.
Este camino implica aceptar y atravesar una serie de duelos dolorosos: el duelo por la relación idealizada que nunca existió realmente, el duelo por el tiempo y esfuerzo invertidos en intentar "salvar" a la pareja, y el duelo por la imagen del agresor que se amaba.
Clínicamente, se observa que la decisión firme e irrevocable llega cuando el dolor de quedarse supera finalmente al terror de irse y enfrentarse a lo desconocido.
La ejecución fría y sin titubeos
Una vez que la víctima alcanza la claridad mental y decide romper, la ejecución debe ser quirúrgica.
Al haber analizado los rasgos del perfil perverso o narcisista, se comprende que es imposible "vencerlos" mediante el diálogo o la negociación, y que no existe un cierre amistoso posible.
La recomendación es alejarse fríamente, sin buscar justificaciones ni esperar comprensión.
En este punto, es vital no sentir culpa, entendiendo que se trata de una medida de autoprotección ante alguien que daña deliberadamente. No se debe titubear.
El agresor, al ver peligrar su suministro, intentará victimizarse, llorar o mostrarse débil públicamente para manipular la compasión de la p
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