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La negación de la comunicación directa

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La negación de la comunicación directa


El rechazo al diálogo como arma de poder

Una de las herramientas más devastadoras en el arsenal del agresor psicológico es la negativa sistemática a establecer una comunicación clara y directa.

Según los expertos, esta negación es el "arma absoluta" del perfil perverso.

Lejos de buscar soluciones conjuntas a los problemas de pareja, el agresor rehúye cualquier intento de diálogo honesto, utilizando el silencio o las respuestas evasivas para incrementar el conflicto sin comprometerse.

Cuando la víctima, desesperada por la tensión ambiente, intenta abordar el problema o pedir explicaciones, se encuentra con un muro.

El agresor actúa como si no comprendiera de qué se le habla, se hace el desentendido o simplemente ignora la presencia del otro, logrando que la víctima termine dudando de la validez de sus propios reclamos e incluso de su cordura.

Esta actitud no es pasiva, sino una agresión activa destinada a mostrar que la pareja no existe para él, negándole cualquier validación emocional.

La imprecisión y la siembra de la confusión

El lenguaje del agresor está diseñado para no ser claro. Nunca nombra las cosas por su nombre, pero lo insinúa todo.

Sus mensajes son deliberadamente vagos, incompletos y contradictorios, lo que obliga a la víctima a realizar un esfuerzo constante de interpretación.

Al no comprometerse con afirmaciones directas, el manipulador se reserva siempre una vía de escape: si se le confronta, puede alegar que fue malinterpretado.

Utiliza alusiones indirectas y silencios cargados de significado para crear malentendidos que luego usará en su propio beneficio.

Por ejemplo, en lugar de expresar una necesidad o un deseo de forma asertiva, prefiere que la víctima "adivine" qué quiere, para luego poder reprocharle que no ha estado a la altura o que ha hecho lo contrario a lo esperado, manteniéndola en un estado de alerta y ansiedad constante por no saber a qué atenerse.

La distorsión del contexto y la negación de la intención

Otra táctica habitual es la respuesta fuera de contexto para desorientar.

Si el agresor hace un comentario sobre algo cotidiano, como el clima o el orden de la casa, a menudo lo hace con un tono de reproche o desagrado que la víctima capta perfectamente. Sin embargo, el contenido verbal es neutro.

Si la víctima o un tercero preguntan "¿por qué te molesta?", el agresor negará inmediatamente cualquier intención negativa, refugiándose en la literalidad de sus palabras: "Yo no he dicho que esté mal, solo he comentado un hecho".

De esta manera, si nadie valida la percepción de la víctima, esta se queda con la sensación de haber cometido un error y de ser la causante del malestar, mientras el agresor queda impune y reafirma su superioridad moral al hacerla parecer hipersensible o paranoica ante los demás.

Resumen

Una de las herramientas más devastadoras es la negativa sistemática al diálogo directo. El agresor rehúye la comunicación honesta, utilizando el silencio o evasivas para incrementar el conflicto sin comprometerse.

Su lenguaje es deliberadamente vago y contradictorio para sembrar confusión. Al no ser claro, el manipulador se reserva una vía de escape, alegando malinterpretaciones si la víctima intenta confrontarlo posteriormente.

También distorsionan el contexto, negando la intención agresiva de sus tonos hostiles. Esto invalida la percepción de la víctima, haciéndola sentir paranoica mientras el agresor reafirma su superioridad moral impune.


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