La ausencia de responsabilidad y culpa
El mecanismo de proyección y el chivo expiatorio
Una característica central del agresor psicológico, especialmente del perfil perverso, es su incapacidad absoluta para asumir la responsabilidad de sus actos o errores.
Carecen de subjetividad real para la autocrítica, por lo que utilizan el mecanismo de proyección para volcar cualquier fallo o problema sobre la víctima.
Si la relación va mal, si él tiene problemas laborales o si es infiel, la culpa siempre será de la pareja.
La víctima se convierte en el "chivo expiatorio" permanente que carga con todos los males, lo que permite al agresor mantenerse en una posición de inocencia y superioridad moral.
Este traslado de culpa es tan sistemático que la víctima termina creyendo que es ella la causante de la violencia que sufre.
La cosificación y la falta de empatía
Para poder maltratar sin sentir culpa, el agresor debe deshumanizar a su víctima.
En la mente del perverso, el otro no existe como un ser humano con sentimientos y derechos independientes, sino como un objeto útil o un obstáculo. Esta "cosificación" elimina la posibilidad de empatía.
El agresor es indiferente al sufrimiento que provoca; de hecho, a menudo disfruta con él porque el dolor de la víctima es la prueba tangible de su poder y control sobre ella.
No hay compasión, ni siquiera cuando la víctima está enferma o en crisis; al contrario, pueden aprovechar esa vulnerabilidad para atacar con más dureza, demostrando una insensibilidad que resulta incomprensible para cualquier observador externo.
La evasión de la rendición de cuentas (Técnica DARVO)
Cuando se intenta confrontar al agresor con su conducta, este despliega estrategias de manipulación defensiva para evitar la rendición de cuentas.
Una técnica común (identificada en psicología forense) es invertir los roles de víctima y agresor (DARVO: Denegar, Atacar, Revertir Víctima y Ofensor).
El agresor niega los hechos o minimiza su importancia ("eres una exagerada"), ataca la credibilidad de la víctima ("estás loca") y finalmente se presenta él mismo como la parte agraviada.
Por ejemplo, si la mujer reclama afecto, él la acusará de agobiarlo y de causarle estrés, logrando que ella termine pidiendo perdón por tener necesidades emocionales.
Esta dinámica impide cualquier resolución de conflictos y perpetúa el ciclo de abuso, ya que el agresor jamás admite haber hecho daño.
Resumen
El agresor psicológico es incapaz de asumir la responsabilidad de sus actos. Utiliza el mecanismo de proyección para culpar sistemáticamente a la víctima de todos los problemas, convirtiéndola en el chivo expiatorio de sus propios fallos.
Para maltratar sin sentir culpa, necesita deshumanizar y cosificar a su pareja. Al verla como un objeto útil y no como un ser humano, carece de empatía ante su sufrimiento, disfrutando incluso del control ejercido.
Ante la confrontación, emplea técnicas manipuladoras como DARVO para evadir rendir cuentas. Niega los hechos, ataca la credibilidad de la víctima y revierte la situación para presentarse él mismo como la parte ofendida.
la ausencia de responsabilidad y culpa