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El vínculo traumático y la dependencia

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El vínculo traumático y la dependencia


La neurobiología del enganche tóxico

La razón por la que resulta tan difícil salir de estas relaciones no es "amor excesivo" ni falta de carácter, sino un fenómeno clínico conocido como vínculo traumático o Trauma Bonding. La violencia psicológica altera la química cerebral de la víctima.

Debido al ciclo de estrés constante, el cerebro opera en modo de supervivencia, con niveles elevados de cortisol y una amígdala hiperactiva.

La dependencia que se genera es comparable a una adicción a sustancias; la víctima no busca placer, sino el alivio del dolor que el propio agresor causa.

Paradójicamente, la persona que es fuente del terror se convierte también en la única fuente de consuelo, creando una fusión patológica donde la víctima necesita al agresor para regular su propio estado emocional desbordado.

El poder del refuerzo intermitente

El mecanismo más potente que sostiene este vínculo es el "refuerzo intermitente". El maltrato rara vez es constante las 24 horas; se alterna con pequeños momentos de "normalidad", calma o incluso afecto repentino (migajas de atención).

Esta imprevisibilidad es devastadora: al igual que ocurre con las máquinas tragaperras en el juego patológico, la recompensa ocasional e inesperada genera una conducta adictiva mucho más fuerte que una recompensa constante.

El cerebro de la víctima se engancha a la esperanza de que esos "buenos momentos" vuelvan, tolerando periodos de abuso cada vez más largos y severos a la espera de esa "dosis" de validación que el agresor administra a su antojo para mantener el control.

Indefensión aprendida y anulación de la voluntad

Como consecuencia de este desgaste, la víctima desarrolla lo que el psicólogo Martin Seligman denominó "indefensión aprendida".

Tras intentar defenderse, explicar o complacer sin éxito una y otra vez, la persona aprende que haga lo que haga no puede evitar el sufrimiento ni predecir la conducta del agresor. Esto deriva en un estado de pasividad y parálisis total.

La víctima deja de buscar soluciones o vías de escape porque está convencida de que son inútiles, cayendo en un estado depresivo y de sumisión automática.

La dependencia emocional se convierte entonces en una estrategia de supervivencia extrema: la víctima se fusiona con los deseos del agresor, anticipándose a sus necesidades para intentar evitar el castigo, anulándose completamente como individuo.

Resumen

La dificultad para huir radica en el vínculo traumático, una adicción bioquímica provocada por el estrés. La víctima busca paradójicamente consuelo en quien le causa terror para regular su propia angustia.

El mecanismo principal es el refuerzo intermitente, comparable a la adicción al juego. La alternancia impredecible entre maltrato y "migajas de afecto" engancha el cerebro a la esperanza del cambio.

Finalmente, el desgaste continuo provoca "indefensión aprendida". La víctima asume que no puede evitar el sufrimiento haga lo que haga, cayendo en una parálisis total y sumisión para intentar sobrevivir.


el vinculo traumatico y la dependencia

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