Otros Trastornos y Comorbilidades
Comorbilidades y el Cóctel de Riesgo
En la práctica forense, rara vez encontramos un perfil "puro". Frecuentemente, los agresores presentan comorbilidades, es decir, la coexistencia de múltiples trastornos o condiciones.
Es estadísticamente común ver la superposición de trastornos de personalidad del Grupo B (Narcisista, Antisocial, Límite) con el abuso de sustancias (alcohol o drogas).
Es vital aclarar que el alcohol no causa la violencia —el alcohol es un desinhibidor, no un creador de conducta—, pero su presencia incrementa drásticamente la letalidad, la frecuencia y la brutalidad de los ataques al apagar los frenos inhibitorios del lóbulo frontal.
Un agresor con rasgos paranoides (celotipia delirante) combinado con el consumo de estimulantes como la cocaína representa un riesgo inminente de homicidio, mucho mayor que la suma de los factores por separado.
El profesional debe evaluar cómo interactúan estos elementos para determinar el nivel de peligro real para la víctima y los hijos.
El Mito de la Enfermedad Mental como Causa
Es imperativo desestigmatizar la salud mental y separar diagnóstico de delito. La inmensa mayoría de las personas con enfermedades mentales (depresión, ansiedad, bipolaridad, esquizofrenia) no son violentas hacia otros; de hecho, son estadísticamente más propensas a ser víctimas de violencia que victimarios.
El abuso doméstico es, ante todo, un sistema de creencias y una elección conductual aprendida, no un síntoma psiquiátrico inevitable.
Atribuir la violencia meramente a una "enfermedad" o "pérdida de control" exime peligrosamente de responsabilidad al agresor ("no fui yo, fue mi trastorno").
El tratamiento farmacológico puede estabilizar el estado de ánimo o reducir la impulsividad, pero no cambia las creencias patriarcales, el sentido de derecho sobre la pareja o la falta de valores éticos.
Por ello, la medicación sin un programa de reeducación conductual específico rara vez detiene el abuso.
Resumen
Frecuentemente, los agresores presentan comorbilidades, como trastornos de personalidad mezclados con abuso de sustancias. El alcohol actúa como un desinhibidor que incrementa la letalidad y brutalidad de los ataques, pero no es la causa raíz de la violencia.
La combinación de ciertos rasgos, como la celotipia paranoide y el consumo de estimulantes, crea un cóctel de riesgo extremo. Los profesionales deben evaluar cómo interactúan estos factores para determinar el peligro real de homicidio para la víctima.
Es vital entender que la enfermedad mental no causa la violencia doméstica. La mayoría de los enfermos mentales no son violentos; el abuso es un sistema de creencias aprendido y una elección conductual, no un síntoma psiquiátrico inevitable.
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