Algunas reglas a tener en cuenta
Hay reglas y patrones de comportamiento que pueden mejorar la elocuencia y la claridad del mensaje. Aunque es opcional seguir estas reglas, pueden aumentar la confianza y el poder del orador al dirigirse a su audiencia.
Concienciar e interiorizar frases, gestos y tono de voz puede hacer que el camino hacia una comunicación fluida sea más fácil. En adelante, exploraremos qué reglas tener en cuenta, profundizando en aspectos como la postura corporal, las frases que utilizamos y la vestimenta que llevamos.
Frases: Predisponer a alguien significa influir en su actitud o disposición hacia algo antes de que ocurra. Por ejemplo, si le dices a una persona “no te va a gustar lo que te voy a contar”, estás predisponiéndola a tener una actitud negativa. Esto sucede incluso si al final no le desagrada el tema en cuestión.
Como orador, es importante tener cuidado con las palabras y frases que utilizamos para no predisponer negativamente a nuestra audiencia. Frases como “tengo muchos nervios”, “me siento cansado”, “vamos a salir de esto en la mayor rapidez posible” o “no conozco mucho del tema, pero…” pueden afectar negativamente la percepción de la audiencia hacia nosotros y nuestro mensaje.
Es importante tener cuidado con las palabras y frases que utilizamos al hablar en público para no transmitir una imagen de torpeza o falta de profesionalidad. Frases como “saldremos rápido de esta situación” pueden dar la impresión de que estar ahí no es importante para ti.
En lugar de centrarte en tus debilidades o cansancio, es importante mostrar tu humanidad y compromiso. Por ejemplo, en lugar de decir ‘estoy cansado por estar aquí pero aun así les contaré mi historia’, puedes expresar ‘aunque senti un poco de cansancio en el camino hacia aquí, se desvaneció en cuanto llegué. Ahora mismo estoy lleno de entusiasmo por compartir mi historia con ustedes’. Al cambiar el enfoque, puedes motivar y energizar al público.
Vestimenta: La primera impresión es básica. Es lo que las personas se van a llevar de ti, y van a recordar una vez te hayas ido. No se trata solo de usar ropa de marca o seguir las últimas tendencias de moda, sino de elegir un atuendo adecuado para la ocasión. Por ejemplo, si tu audiencia está compuesta principalmente por adolescentes, no sería apropiado usar un traje formal y un sombrero.
Usa ropa que te haga sentir seguro y confiado, que puedas llevar con soltura y que refleje tu personalidad. Si no te sientes bien usando ropa ajustada o de colores brillantes, no lo hagas. Las personas pueden percibir si no te sientes bien con el atuendo elegido.
Opinión personal: Es importante tener en cuenta que, aunque ya conozcas el tema de antemano, no debes sobrecargar a la audiencia con demasiados datos. Por ejemplo, puedes ilustrar tu punto con una gráfica o con datos científicos, pero no debes pasar una hora entera hablando solo de eso.
En un discurso, el objetivo principal es defender un tema y presentar tu opinión y punto de vista. Los datos externos pueden ser útiles para respaldar tu argumento, pero no deben ser el enfoque principal.
Diez preguntas: Si asumes que tu audiencia no tiene el conocimiento necesario y solo te preparas lo mínimo, puede que te planteen una duda al final que no sepas cómo resolver. Para evitar esto, redacta 10 preguntas que consideres esenciales para entender tu discurso y prepárate para abordarlas. Mantente actualizado y profundiza en el tema, incluso si se trata de algo que ya conoces bien.
Si por algún motivo no sabes cómo resolver una duda, no te preocupes. Simplemente di: ‘En este momento no tengo la información, pero con gusto investigaré y te proporcionaré una respuesta’. Es mejor hacer esto que inventar una respuesta falsa.
Tiempo establecido: Nuestra voz tiene el poder de inspirar o desanimar a quienes nos escuchan. Por eso es importante definir y cumplir con el tiempo de duración de nuestro discurso para generar confianza en ellos.
Al principio, debemos indicar cuánto tiempo durará nuestra presentación y asegurarnos de no excedernos. Si decimos que profundizaremos en un tema durante 45 minutos, debemos respetar ese tiempo y mantener nuestra palabra. Si no lo hacemos, nos contradecimos a nosotros mismos, por ende, el valor de lo que hayamos dicho no tendrá tanta repercusión en los presentes.
Para asegurarte de no exceder el tiempo asignado para tu discurso, puedes usar un cronómetro y practicar varias veces con tu reloj a mano. Si es necesario, puedes eliminar o resumir algunos párrafos que no aporten mucho al contenido general para ajustarte al tiempo disponible.
Comienza practicando con un minuto. Al principio puede ser difícil estimar cuánto tiempo ha pasado, pero con la práctica desarrollarás un sentido interno del tiempo. No subestimes la importancia de esto.
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