Cómo manejar las preguntas de la audiencia
La fase de preguntas y respuestas que se desarrolla en muchos de los estilos de ponencias, es una de las más complejas de abordar por parte del orador. Cuando elaboramos un discurso, tenemos tiempo para investigar, corregir y adecuar nuestro mensaje antes de exponerlo.
De igual manera, es posible consultar a otros especialistas o abordar fuentes externas que contribuyan a argumentar nuestro mensaje de mejor manera. Esto no sucede así con las preguntas de la audiencia, ya que las mismas deben ser respondidas al momento, haciendo uso exclusivamente de nuestro propio conocimiento.
Enfrentar las preguntas de la audiencia sin contar con una buena preparación puede ser muy perjudicial para nuestra imagen y para el grado de credibilidad del discurso. Dicho lo anterior, estaremos dedicando la presente sesión a ofrecerte una serie de recomendaciones, con el fin de que puedas manejar las interrogantes de tu público de una forma más sencilla.
¿Cómo anticipar posibles preguntas?
El mayor problema de enfrentar una ronda de preguntas, es no poder conocer con antelación cada una de las interrogantes para poder abordarlas con más elementos. Si bien es cierto que en algunos formatos de discursos o entrevistas, el orador ya conoce de antemano qué le preguntarán, existen otros escenarios donde el propio público formula interrogantes que surgen durante la presentación. Estas interrogantes son las que pueden provocar que nuestra presentación se vea empañada, al no poder lidiar con ellas de la forma en que espera nuestra audiencia.
La primera recomendación para prevenir que los hechos expresados anteriormente puedan afectarnos, es intentar anticipar la mayor cantidad de preguntas posibles de nuestro discurso. Cuando hayamos terminado de escribir la ponencia, debemos releerla varias veces intentando abordarla desde la perspectiva de la audiencia. Identifica los puntos que pueden generar confusiones o controversias y formula preguntas acerca de los mismos. Cada vez que encuentres elementos en tu discurso, que consideres pudiesen motivar a la audiencia a preguntarte acerca de ellos, intenta anticipar estas preguntas haciéndolas tú mismo y respondiéndolas en casa.
Evidentemente, podrán surgir muchas más preguntas durante tu presentación que no hayas podido prever con antelación. No obstante, esta medida te ayudará a reducir el riesgo de encontrarte con interrogantes que no sepas responder.
¿Qué hacer cuando no conocemos la respuesta de una pregunta?
Muchos oradores se aterrorizan ante la idea de no conocer la respuesta de una pregunta y terminan inventando una contestación, incluso a sabiendas de que es incorrecta.
Cuando te formulen una pregunta para la cual no te has preparado adecuadamente, es mejor que aceptes tu desconocimiento o que expreses un criterio más general sobre la posible respuesta. No es ético engañar a tu público con tal de salvar tu imagen.
¿Qué hacer ante las preguntas que no están relacionadas con nuestro discurso?
Otra situación que se puede suscitar al iniciar una ronda de preguntas, es que la audiencia te realice interrogantes que no se adapten a la temática que has abordado. Esto por lo general sucede por dos factores:
El primero es que dicha interrogante sea capciosa, es decir, que tenga una intención de trasfondo que no sea sana o que desee provocar una reacción en tu persona.El segundo factor y el más natural, es que la pregunta haya sido realizada desde el desconocimiento.
En ambos casos tu comportamiento debe ser el mismo. Tienes la libertad de responder solo si lo deseas, argumentando la falta de relación con el tema. No temas a quedar como un grosero: si te expresas con educación, el resto de la audiencia comprenderá los motivos por los que has decidido no responder.
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