Practicar en voz alta
Se reconoce que cada profesión presenta sus propias exigencias, y la de un comunicador no es la excepción. Para ejercer esta carrera, se requiere de un entrenamiento especial y debe ser disciplinado y constante, como un deportista que se prepara para alcanzar la gloria olímpica.
En los primeros años de su carrera, el comunicador debe incorporar nuevos hábitos a su rutina diaria, como la práctica de leer y ensayar en voz alta para desarrollar no solo su capacidad vocal, sino también su imaginación creativa, la cual es muy importante para el ejercicio de esta profesión.
Aprender a expresarse mejor: Todo comunicador debe expresarse de forma clara y fluida. La calidad de su pronunciación juega un gran papel en esto, por lo que es importante que nunca dejen de practicar. Desde el comienzo de su carrera, debe practicar en voz alta para acostumbrarse al sonido de su propia voz grabada, ya que muchas personas se sienten incómodas al escucharse en una grabación, pero con la práctica, pueden superar esta sensación y beneficiarse enormemente al prestar atención a su forma de hablar.
Un sabio profesor de locutores, acostumbraba enseñar a sus alumnos que no se puede tener un vocabulario informal en casa, y otro más cuidado en público, con lo cual indicaba que un comunicador tiene que hablar correctamente en todo momento del día, hasta que la correcta pronunciación se vuelva un rasgo distintivo de su personalidad. Este ejercicio que se puede hacer desde cualquier pequeño espacio en la casa, tiene también otros beneficios, como son:
- Aprender a decir un mismo texto de diferentes maneras, aportando frescura y espontaneidad a nuestro trabajo.
- A medida que vamos hablando, podemos ir descubriendo que hay algunas palabras que pronunciamos mal. Esto puede deberse a diversos factores, desde malos hábitos adquiridos en la infancia hasta problemas fisiológicos que nos impiden pronunciar ciertos sonidos correctamente, como la [R] por ejemplo.
- Escuchar nuestra propia voz para detectar si hablamos demasiado rápido o demasiado lento. Si estamos hablando en público, es fundamental que hablemos con un ritmo moderado y claro para que el discurso sea comprensible para todas las personas.
Entrenar la imaginación: Al practicar en voz alta, el comunicador no solo está escuchándose a si mismo, sino que también está entrenando su imaginación y desarrollando la parte artistica de su trabajo. Se recomienda realizar este ejercicio de pie, si es posible, ya que esto permite una mayor libertad de movimientos del cuerpo, lo que, a su vez, genera más imágenes mentales. De esta manera, el ejercicio se convierte en un momento de creatividad donde las ideas que inspira el contenido aportan emociones y sentimientos que le darán a la voz matices que complementan el mensaje.
Este aspecto añade un toque divertido al ejercicio, lo que puede ayudar a abordarlo con una actitud positiva y enérgica. Investigaciones científicas demuestran que practicar un texto en voz alta mejora la memoria y fomenta la creación de imágenes visuales, lo que aumenta la confianza y seguridad del orador frente a su audiencia. Además, con la guía de un experto en comunicación, aprender acerca del valor de los gestos puede enriquecer aún más el desempeño del profesional en este campo, ya que el uso adecuado y dosificado de los gestos puede, a veces, reemplazar incluso las palabras
Creando una carrera exitosa: Para convertirse en un buen comunicador, se requiere dedicar tiempo e interés en desarrollar las habilidades necesarias. La constancia es clave para asumir la nueva realidad profesional y adaptar la rutina de vida para conseguir la preparación necesaria. Los expertos sugieren que dedicar treinta minutos diarios a la práctica de hablar en voz alta proporciona los mejores resultados. Igualmente, recomiendan realizar una secuencia de calentamiento y relajación previa al entrenamiento de la voz, así como hacer unos ligeros estiramientos del cuerpo para prepararse adecuadamente antes de comenzar.
Al practicar diariamente este ejercicio, se pueden obtener notables avances en el dominio técnico del trabajo vocal, lo que permite que el comunicador se sienta más cómodo y confiado al hablar en público. Esto le permite transmitir sentimientos y emociones a su audiencia a través de las palabras, elevando así su trabajo a la categoría de arte.
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