Mejorar la fluidez
Los tics verbales son sonidos o palabras repetitivas que a menudo no se adecuan al contexto. Estos pueden incluir gruñidos, gritos y la repetición excesiva de ciertas palabras o frases. Aunque muchos son temporales y desaparecen con el tiempo, algunos si persisten y pueden ser indicativos de un trastorno o enfermedad más grave.
En esta sesión, exploraremos cómo las frases o muletillas que utilizamos pueden afectar nuestra capacidad para comunicarnos con fluidez y discutiremos estrategias para mejorar en este aspecto.
Evita la repetición verbal: ¿Hay algún obstáculo que te impida tener fluidez y claridad en tus presentaciones? Aceptar la ayuda de alguien más y realizar una autoevaluación puede ser beneficioso:
- Identifica cualquier comportamiento o hábito que pueda interferir con tu capacidad para comunicarte de manera fluida.
- No te sientas a la defensiva ni permitas que los pensamientos negativos te afecten.
- Todos desarrollamos manias y estrategias para lidiar con situaciones difíciles.
- La clave es reconocer nuestros patrones de comportamiento y trabajar en ellos para mejorar nuestra habilidad de comunicación.
- El uso constante de comodines o la repetición forzada de palabras puede indicar una falta de vocabulario. Así que la primera misión que tomaremos es expandir nuestro vocabulario para poder comunicarnos con mayor soltura y precisión.
- El siguiente paso es comprender la importancia de tomarse un tiempo para hacer pausas y reflexionar.
Grábate: Para obtener más detalles sobre tu forma de hablar, intenta registrarte en distintas situaciones. Por ejemplo, puedes grabarte conversando con amigos en una reunión o en la comodidad de tu hogar. Esto te permitirá analizar tu forma de hablar y detectar posibles obstáculos que puedan estar afectando tu fluidez.
Grábate hablando sobre una variedad de temas, incluyendo aquellos en los que tengas conocimientos y te generen emociones tanto positivas como negativas. ¿Notas alguna diferencia en tu postura o entonación de voz? Utiliza estos factores para determinar el origen de la repetición de palabras, muletillas, trabas al hablar, tartamudeo, etc. y mejorar tu forma de comunicarte.
Amplia tu vocabulario: Cuando tienes un buen dominio del tema que vas a tratar, es más fácil sentirte seguro(a) y cómodo(a) al hablar. Esto se refleja en una menor cantidad de trabas y en un lenguaje corporal más fluido y adecuado. Por lo tanto, es importante prepararse bien y ampliar tu vocabulario.
Aunque un universitario puede tener un repertorio de palabras más amplio y variado debido a su formación académica, no es necesario haber asistido a la universidad para enriquecer tu vocabulario. Si tienes un nivel educativo básico y utilizas las mismas palabras con frecuencia, aún puedes mejorar tu forma de expresarte a través de la lectura, el estudio y la práctica.
Como primera recomendación para aumentar tu vocabulario, es investigar sobre el tema y seguir algunas pautas. Aquí te dejo algunas sugerencias para lograrlo:
- Disfruta de la lectura: Aunque ya lo hayas escuchado antes, leer ayuda a fijar la vista en determinadas palabras de manera inconsciente.
- Lee contenido que no sea de tu interés directo: Esto te saca de tu zona de confort y te expone a palabras nuevas y desconocidas.
- Descubre el significado de cada palabra nueva y practica su uso en diferentes oraciones. Haz este ejercicio con pocas palabras de manera continuada para lograr un aprendizaje efectivo.
- Utiliza palabras nuevas con frecuencia para que se fijen en tu memoria. Si aprendes cinco palabras nuevas cada día, en una semana habrás añadido 35 palabras nuevas a tu repertorio. De esta manera, podrás enriquecer tu léxico de forma constante y efectiva.
- Utiliza sinónimos y antónimos para ampliar tu conocimiento. Ampliarás tu vocabulario y practicarás su uso en diferentes contextos y oraciones.
Las pausas: Tomarse un momento para hacer breves pausas en nuestro discurso después de completar una idea puede tener múltiples beneficios. No solo nos permite hablar con más calma y seguridad, sino que también ayuda a que nuestro mensaje sea mejor recibido por el oyente.
La duración recomendada para estas pausas es de uno a dos segundos. Sin embargo, en situaciones que requieran mayor dramatismo o profundidad, pueden prolongarse hasta un máximo de cuatro segundos.
Es crucial evitar el uso excesivo de pausas largas o hacer demasiadas pausas en nuestro discurso. El contenido de nuestro discurso nos indicará cuándo es apropiado hacer una pausa, ya sea después de completar una idea, hacer una pregunta o enfatizar el mensaje.
Mantener la tranquilidad: Además de hacer pausas efectivas en nuestro discurso, es importante:
- Adoptar una postura relajada para transmitir un mensaje más elocuente.
- Controlar nuestras emociones y mantener la calma al hablar, especialmente en situaciones de presión.
- Si el discurso está organizado de tal manera que el público pueda hacer preguntas una vez finalizado tu intervención, recuerda que estas son solo dudas y no ataques personales. No hay necesidad de sentir pánico o bloquearse al responder. En su lugar, enfócate en contestar con confianza y apoyándote en tus conocimientos previos.
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