El exceso de emoción en los discursos de aceptación
Durante un discurso de aceptación, se genera un espacio donde somos el centro de atención de un evento. Es coherente que mostremos respeto, agradecimiento y entusiasmo por recibir un homenaje a nuestros esfuerzos.
Disfrutar del momento y dejarnos llevar por las emociones y sentimientos que recibimos puede ser productivo de cara a nuestra audiencia. No obstante, existe una línea que debemos cuidar, entre emocionarnos y exagerar nuestras emociones. Es común que durante los recibimientos de premios, muchas figuras públicas terminen realizando una actuación que transmite falta de honestidad hacia su público.
Teniendo en cuenta la importancia que reviste este tema, estaremos analizando a continuación algunas de las recomendaciones básicas que debes tener en cuenta a la hora de mantener un estado emocional adecuado. Esto te permitirá llevar a cabo discursos de aceptación que impacten de forma positiva en tu audiencia.
No sobreactúes: El principal error en las exageraciones emocionales durante un discurso, es el de sobreactuar. Está claro que por muy naturales que deseemos mostrarnos, un escenario público siempre será un ambiente donde nuestro comportamiento estará moldeado de cierta manera.
Evita sobreactuar, no exageres tus emociones para parecer más feliz o entusiasmado de lo que estás. Trata de mentalizarte antes de comenzar tu discurso, disfruta del escenario que se suscita a tu alrededor. Piensa en el recibimiento de tu premio como si fuese una fiesta de cumpleaños. De esta forma no necesitarás esforzarte por demostrar que la estás pasando bien, ya que tus sentimientos son sinceros y así serán percibidos.
Mantén el autocontrol emocional: A veces parece que determinada figura pública está actuando o exaltando sus emociones, cuando en realidad está siendo sincero. Esto sucede porque esta persona no está controlando bien sus emociones, por ende sus reacciones no parecen naturales, ya que no son coherentes hacia lo que está sucediendo a su alrededor. Este tipo de conductas deben ser evitadas en todo momento. La mayoría de los llantos o excesos de euforia durante una presentación, se originan a raíz de un fuerte descontrol nervioso.
Los nervios durante la presentación te harán comportarte de forma extraña. Pequeños acontecimientos pueden detonar en ti un estado emocional ajeno a tu imagen pública y no acorde con lo que está percibiendo la audiencia. Para evitar este tipo de situaciones, debes ser capaz de conocerte, saber cuándo estás nervioso y mantener la calma para lograr centrar tu atención en los hechos y no en percepciones que estarán sesgadas por las emociones.
El lenguaje corporal: La exageración de nuestras emociones no solo se transmite por nuestro lenguaje verbal. El lenguaje corporal en muchas ocasiones suele ser el más afectado. Hay dos situaciones muy típicas respecto a este tema. Algunos oradores sobreactúan su lenguaje verbal pero no logran coordinarlo con el corporal. Esto provoca que exista una disonancia entre lo que expresa el orador y lo que percibe la audiencia.
La segunda situación es aquella en la que se logra controlar el lenguaje corporal, pero el descontrol emocional se expresa en el verbal. En este supuesto el discurso parece ser aún más falso, ya que el excesivo entusiasmo en las palabras contrasta de forma negativa con la tranquilidad del cuerpo.
Intenta mantener un balance entre tu mente y tu cuerpo. Esto solo se consigue actuando de forma natural y expresándonos desde el sentimiento genuino. Cualquier expresión emocional, que no sea sentida de forma honesta, generará en nuestro cerebro un fenómeno conocido como disonancia cognitiva. La disonancia cognitiva se exterioriza en actitudes y comportamientos incoherentes que atentan contra la calidad de nuestra presentación y la opinión general de la audiencia.
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