Enfermedades en los dientes por falta de higiene
Después de un periodo de crecimiento rápido y una alimentación marcada por la introducción de nuevos alimentos, la adquisición de hábitos, la vigilancia estrecha de los padres o cuidadores en la mesa y el frecuente control pediátrico del niño, se inicia el periodo preescolar ─de 3 a 6 años─ y el escolar de ─6 a 12 años─, caracterizado por un crecimiento lento y estable que termina en la pubertad ─primera fase de la adolescencia─, donde el crecimiento vuelve a acelerarse.
El desarrollo del niño durante las etapas preescolar y escolar tiene algunas características comunes como son el perfeccionamiento paulatino de los hábitos alimenticios y el papel decisivo de las actividades físicas al aire libre en el desarrollo físico e intelectual de los infantes.
Debemos considerar también algunas características que diferencian ambas etapas, para lograr el mantenimiento y consolidación de hábitos nutricionales y estilos de vida saludables, que permitan a los niños enfrentar en mejores condiciones el difícil periodo de la adolescencia al que arribarán en un corto periodo de tiempo.
Peculiaridades del desarrollo del niño preescolar ─entre 3 y 6 años─ que repercuten en su alimentación
Durante la etapa preescolar el crecimiento longitudinal del niño es lento y estable, de 6 a 8 centímetros anuales, mientras que el incremento de peso corporal es de 2 a 3 kilogramos anuales.
El desarrollo psicológico de los preescolares incluye la incorporación paulatina de habilidades motoras ─ganando más independencia a la hora de comer─, paralelamente desarrolla el aprendizaje del lenguaje y amplia sus relaciones afectivas y sociales con los que le rodean.
En la etapa preescolar la familia sigue jugando el papel preponderante en la formación y consolidación de hábitos y costumbres alimentarias, sin embargo, los preescolares que asisten a las guarderias recibirán la fuerte influencia de los educadores y niños con los que convive la mayor parte del día.
Los preescolares en determinadas etapas presentan signos de inapetencia y rechazo a ciertos sabores o alimentos que con el paso de los días en la mayoría de los casos desaparecen. Los padres y cuidadores durante esos periodos deben ser más creativos en la forma de presentar los alimentos y nunca insistir u obligar al niño a comer más. Además, deben acudir con el niño al pediatra si la inapetencia se extiende durante muchos días, o si sus ciclos se repiten con frecuencia.
Peculiaridades del desarrollo del niño escolar ─entre 6 y 12 años─ que repercuten en su alimentación
El crecimiento longitudinal del niño durante la etapa escolar es también lento y estable, de 5 a 6 centímetros al año ─algo inferior que durante la etapa preescolar─. Por otra parte, el incremento del peso corporal es al principio de la etapa entre 3 y 3,5 kilogramos anuales y al final ─entrando en la pubertad─ es entre 4 y 4,5 kilogramos anuales.
El desarrollo psicológico de los escolares se manifiesta por el incremento de las capacidades de aprendizaje y receptivas ─leer, escribir, calcular, etcétera─, por lo que constituye una oportunidad excepcional para enriquecer su educación nutricional a través del dialogo familiar.
Los niños entre 6 y 12 años continúan teniendo la influencia de los hábitos y costumbres alimentarias familiares, sin embargo, éstos van perdiendo protagonismo ya que los escolares permanecen menos tiempo en casa y son muy vulnerables a las influencias de los medios, el comedor escolar y los educadores.
Todo ello favorece el inicio de conductas nutricionales inadecuadas en el niño, como el irrespeto a los horarios de comida, el desayuno incompleto y el consumo de alimentos poco saludables entre comidas ─papas fritas, bebidas azucaradas, galletas saladas o dulces, etcétera─ en lugar de frutos secos, biscotes, huevo bien cocido, queso, o yogurt natural.
Los escolares generalmente no manifiestan signos de inapetencia o rechazo a sabores o comidas, sin embargo, existen grandes diferencias entre las cantidades de alimentos que demandan cada uno de ellos. Ese fenómeno está muy relacionado por supuesto, al nivel de actividad física que desarrollen ─más ejercicio físico mejor apetito─.
Importancia del juego y la actividad física en los primeros años de vida
El juego: El juego es una de las actividades rectoras durante la infancia ya que contribuye al desarrollo de hábitos y habilidades necesarias para la interrelación del niño con el medio que lo rodea y contribuye al desarrollo de su lenguaje, su pensamiento y razonamiento. Por otra parte, constituye una oportunidad ideal para que los pa
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