El comedor escolar
Muchos de los cambios asociados al desarrollo cerebral se deben a la interacción de factores biológicos y ambientales. Durante los primeros años de vida el cerebro cuenta con grandes cantidades de neuronas capaces de almacenar, analizar y contestar con eficiencia cualquier estimulo, teniendo la capacidad de reajustar sus conexiones sinápticas y producir nuevos aprendizajes.
Sin embargo, estas óptimas condiciones biológicas por si solas no garantizan un acelerado desarrollo del lenguaje, el pensamiento el razonamiento, etcétera, ya que para ello resulta imprescindible que el niño reciba además, una esmerada atención de parte de los padres, la familia y la escuela, encaminada a garantizar entre otros aspectos: los sentimientos, la atención, la nutrición, las vivencias, la estimulación, y la educación.
La nutrición debe ser considerada incluso antes de la concepción de la criatura ya que la madre debe preocuparse por seguir una dieta sana, equilibrada y rica en micronutrientes ─como el ácido fólico─, aún antes de quedar embarazada, para reducir los riesgos de malformaciones de nacimiento en el cerebro y la médula espinal del bebé. Luego la madre debe recibir durante el embarazo una dieta esmerada combinada con algunos complementos nutricionales para favorecer el adecuado desarrollo y crecimiento de la criatura en su etapa fetal.
Después del parto la lactancia materna exclusiva, al menos hasta los seis meses de vida, aporta al bebé todos los nutrientes necesarios para el correcto crecimiento y maduración del niño.
Nutrientes más involucrados en el desarrollo cerebral
Todos los nutrientes son necesarios para el correcto funcionamiento y evolución cerebral del niño, sin embargo, algunos de ellos, como las proteínas, algunos tipos de ácidos grasos, y ciertos micronutrientes ─como hierro, yodo, zinc, ácido fólico, colina, vitamina A, etcétera─ juegan un papel más destacado.
Las proteínas y la colina: La concentración de proteínas y colina en sangre ─que depende en parte de la alimentación─ permiten al cerebro disponer de moléculas precursoras para la síntesis de los diferentes neurotransmisores que necesita: acetilcolina, serotonina, dopamina y noradrenalina.
Los carbohidratos: Los carbohidratos aportan glucosa ─azúcar de la sangre─ que el cerebro emplea como energía para la realización de sus múltiples funciones. Los déficits de glucosa en sangre reducen las funciones cerebrales de atención, razonamiento, etcétera, incluso pueden llegar a provocar confusión mental y mareos.
Por otra parte el consumo de dietas ricas en hidratos de carbono complejo ─cereales integrales (pan, arroz, pastas) está relacionado con estados de calma y relax provocados por la liberación de serotonina en el cerebro, sintetizadas a partir de triptófano ─un aminoácido que forma parte de una proteína─ y por la acción de los carbohidratos que favorecen su absorción.
Ácidos grasos omega-3: Los ácidos grasos poliinsaturados del tipo omega-3 están presentes en el cerebro formando parte de su estructura y colaboran en la realización de sus funciones. Las deficiencias de ácidos grasos en la dieta de los niños pueden provocar déficits de atención, depresión, mala memoria, trastornos en el aprendizaje y bajo coeficiente intelectual.
Vitaminas: Las vitaminas más importantes para el funcionamiento del cerebro son las del complejo B ─fundamentalmente la B₆, el ácido fólico (B₉) y la B₁₂, la colina y las vitaminas A, D, E y C.
Minerales: El hierro Se encuentra en varias regiones del cerebro formando parte de proteínas y actúa en las células como cofactor de diversas enzimas relacionadas con la síntesis de los neurotransmisores. Un alto por ciento de hierro se emplea también en la formación de mielina.
Yodo: El yodo es imprescindible para la producción de la hormona tiroidea, sus déficits en la dieta de los niños ─principalmente hasta los tres años─ provoca retardos en el desarrollo cerebral que pueden convertirse en retraso mental profundo e irreversible «cretinismo».
El magnesio: La deficiencia de magnesio se ha relacionado con varios trastornos neurológicos, incluyendo la disfunción cognitiva
Alimentos que demanda el niño para el desarrollo y maduración cerebral
- Leche materna: La leche materna durante los primeros meses de vida es el alimento que mejor garantiza los nutrientes necesarios para el desarrollo y la maduración cerebral. De hecho la leche materna es rica en triglicéridos y ácidos grasos, dentro de los cuales se destacan el ácido docosahexaenoico (DHA) y ácido araquidónico (AA), que juntos representan el 35% de los ácidos grasos del cerebro.
- La leche aporta además: proteínas ─caseina, inmunoglobulinas, hormonas, factores de crecimiento ─, carbohidratos ─lactosa, glucosa, galactosa─, vitaminas ─A, E, D, K y bajas concentraciones de B₁₂─, minerales: calcio, fósforo, magnesio, hierro (muy biodisponible), zinc y potasio.
- Leche, yogur y requesón: Se recomienda que los niños continúen consumiendo después de la lactancia materna o artificial, entre 500 y 700 mililitros diarios de productos lácteos no muy grasos y sin azúcar añadido. Los productos lácteos aportan sobre todo calcio, mineral involucrado en la regulación nerviosa, la fatiga mental y la reducción del estrés. Además, aportan carbohidratos, vitaminas y otros minerales implicados en la maduración y funcionamiento cerebral.
- Cereales integrales: ─pasta, pan, avena, arroz─: Los cereales integrales deben estar presentes al menos en 4 de las 5 comidas distribuidas a largo del día, ya que constituyen una fuente inmediata de energía, imprescindible para mantener en funcionamiento todos los órganos y sistemas del organismo, especialmente el cerebro. En lugar cereales integrales se pueden ofrecer patatas, batatas, o plátanos, alimentos también ricos en carbohidratos saludables.
- Pescado azul: A los niños se les debe ofrecer dos raciones semanales de pescado azul preferiblemente de talla pequeña ─salmón, sardinas, boquero
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