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Reflexiones post-ejercicio. ¿serías tu propio amigo?

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Reflexiones post-ejercicio. ¿serías tu propio amigo?


El Espejo de la Autoaceptación

Una vez que hemos completado el ejercicio de las declaraciones "Yo soy..." y tenemos ante nosotros una lista que refleja nuestra esencia, es el momento de dar un paso más en la reflexión.

Este paso es crucial para transformar el autoconocimiento en autoaceptación y autoestima.

Tómate un momento para leer detenidamente cada una de las afirmaciones que has escrito.

Considera esta lista como el retrato del alma de una persona.

La Pregunta Clave

Ahora, hazte una pregunta simple pero profundamente reveladora: si conocieras a una persona que encarnara todas estas cualidades, que fuera exactamente como la describe tu lista.

¿querrías ser su amigo? ¿Te sentirías atraído por su compañía? ¿Considerarías que es una persona valiosa, interesante y digna de aprecio y respeto?

En la abrumadora mayoría de los casos, la respuesta instintiva es un "sí" entusiasta.

Reconocemos en esa descripción a alguien con quien nos encantaría compartir tiempo y construir una conexión.

Del Reconocimiento al Autotrato

Esta reflexión tiene un propósito transformador: nos obliga a aplicar a nosotros mismos el mismo estándar de aprecio que aplicamos a los demás.

A menudo, somos nuestros jueces más severos.

Nos criticamos, nos menospreciamos y nos tratamos con una dureza que nunca nos atreveríamos a usar con un buen amigo.

El darte cuenta de que la persona descrita en tu lista es alguien a quien admirarías y querrías como amigo, y que esa persona eres tú, es un momento de profunda epifanía.

Te confronta con tu propio valor inherente.

El Compromiso de la Auto-Amistad

La pregunta final que se desprende de esto es: si esa persona es digna de amistad y respeto, ¿por qué no empezar por ser tu propio mejor amigo? ¿Por qué no tratarte con la misma amabilidad, compasión y aliento que le darías a esa persona? Y más aún, ¿no merece esa persona vivir una vida plena, feliz y en sus propios términos? La respuesta es, inequívocamente, sí.

Y esa persona eres tú.

Este ejercicio, por lo tanto, no solo te dice quién eres, sino que te recuerda de manera ineludible que eres valioso, digno y merecedor de todo lo bueno que la vida tiene para ofrecer.


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