La filosofía estoica y su relación con la ie
Una Sabiduría Antigua para Tiempos Modernos
La búsqueda de la serenidad y el dominio emocional no es una invención de la psicología moderna.
Hace más de dos milenios, en el bullicioso mundo de la antigua Grecia y Roma, una escuela filosófica llamada estoicismo ofreció un sistema robusto y práctico para navegar las vicisitudes de la vida con sabiduría y fortaleza.
Sus enseñanzas, lejos de ser obsoletas, guardan una asombrosa relevancia y paralelismo con los principios de la inteligencia emocional contemporánea.
El Foco en el Círculo de Control
A menudo, se malinterpreta el estoicismo como una filosofía de la represión emocional, una invitación a la frialdad y la apatía.
Nada más lejos de la realidad. Los estoicos, como Séneca o Marco Aurelio, no negaban la existencia o la intensidad de las emociones.
Su brillante aportación fue cambiar el foco de atención.
Argumentaban que la mayor parte del sufrimiento humano no proviene de los eventos en sí, sino de nuestros juicios sobre esos eventos.
La clave de la sabiduría estoica reside en distinguir claramente entre lo que podemos controlar y lo que no.
No podemos controlar el clima, la economía o las acciones de los demás, pero sí podemos controlar nuestras propias respuestas, nuestras interpretaciones y nuestras elecciones.
La Templanza y la Respuesta Consciente
Uno de los cuatro pilares de la virtud estoica es la templanza, que podemos entender como el arte del autocontrol y la disciplina emocional.
Para un estoico, sentir un impulso de ira ante una ofensa no es un fallo moral. El fallo sería identificarse con esa ira y actuar ciegamente desde ella.
La práctica estoica consiste en observar ese impulso inicial, hacer una pausa y preguntarse: "¿Es esta reacción acorde con la persona que quiero ser? ¿Me ayuda a vivir una vida virtuosa?".
Este principio es el corazón de la inteligencia emocional moderna. No se trata de no sentir, sino de cultivar la capacidad de elegir nuestra respuesta.
Se trata de interponer un espacio de conciencia entre el estímulo y la reacción, un espacio donde reside nuestro poder y nuestra libertad para responder al mundo con sabiduría y propósito, en lugar de ser meros títeres de nuestras pasiones momentáneas.
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