La ética y la emoción. una conexión inseparable
El Falso Divorcio entre Razón y Emoción
Tradicionalmente, el pensamiento occidental ha tendido a separar la ética (el estudio de lo bueno y lo malo) de las emociones, considerando a estas últimas como interferencias irracionales que nublan el juicio moral.
Se asumía que las decisiones éticas debían basarse únicamente en la razón pura.
La Perspectiva de Hume
La Razón como Esclava de las Pasiones: El filósofo del siglo XVIII, David Hume, desafió radicalmente esta visión.
Argumentó que la razón por sí sola es inerte; no puede motivarnos a actuar.
Es la pasión (su término para las emociones) la que nos impulsa a preferir una cosa sobre otra.
Sentimos que algo es bueno o malo, y luego usamos la razón para encontrar la manera de perseguirlo o evitarlo.
Para Hume, las emociones son el fundamento de la moralidad; sin ellas, no nos importaría nada.
La Evidencia de la Neurociencia
Siglos después, la neurociencia moderna ha validado la intuición de Hume.
Estudios con pacientes que tienen dañadas las áreas emocionales del cerebro demuestran que, aunque su capacidad lógica permanezca intacta, son incapaces de tomar decisiones efectivas, incluso las más simples.
No pueden asignar valor a las diferentes opciones porque les falta la brújula emocional que les dice qué es importante.
Esto demuestra que la emoción no es un obstáculo para la razón, sino un componente esencial de ella.
La Integridad Emocional como Brújula Ética
La perspectiva contemporánea de la inteligencia emocional integra l
la etica y la emocion una conexion inseparable