La consideración positiva incondicional
Definiendo un Concepto Revolucionario
En el corazón de la empatía y de toda relación humana saludable yace un concepto poderoso acuñado por el psicólogo humanista Carl Rogers: la Consideración Positiva Incondicional.
Se trata de una actitud fundamental de aceptación, calidez y aprecio hacia otra persona, independientemente de sus pensamientos, sentimientos o comportamientos.
Es la capacidad de valorar al individuo en su totalidad, sin imponer condiciones ni juicios.
Esta actitud no significa necesariamente estar de acuerdo con todo lo que la otra persona dice o hace
Sino aceptar su derecho a ser quien es en ese momento, con su propia experiencia y su propia verdad.
Ver el Alma, no la Máscara
Practicar la consideración positiva incondicional implica mirar más allá de las capas superficiales del comportamiento.
Es un esfuerzo consciente por separar a la persona de sus acciones o de sus emociones pasajeras.
Cuando alguien actúa con ira o comete un error, es fácil juzgar el comportamiento.
La consideración positiva incondicional nos invita a mirar más profundamente, a conectar con el valor inherente de esa persona, con su humanidad compartida, con lo que podríamos llamar su alma.
Es reconocer que, detrás de la máscara de la ira o el miedo, hay un ser humano que, como nosotros, busca la felicidad y trata de evitar el sufrimiento.
Esta perspectiva nos permite mantener la conexión incluso en momentos de conflicto o desacuerdo.
Creando un Espacio de Seguridad Psicológica
El efecto práctico de ofrecer esta consideración incondicional es la creación de un espacio de seguridad psicológica.
Cuando una persona se siente aceptada sin juicios, se siente segura para ser vulnerable, para expresar sus verdaderos sentimientos y pensamientos, para explorar sus debilidades y para cometer errores sin miedo al rechazo.
Es en este tipo de entorno donde la confianza florece, la comunicación se vuelve honesta y el crecimiento personal se acelera.
Como practicantes de la inteligencia emocional, ya sea en un rol de coach, líder, padre o amigo, cultivar esta actitud es quizás el regalo más valioso que podemos ofrecer a los demás.
Es la base sobre la cual se construyen todas las relaciones auténticas y transformadoras.
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