Los Objetos Concretos: Comunicación Clara sobre lo Tangible
Características de los objetos concretos: cuerpo propio, mesurables y perceptibles
Los objetos concretos son la base de la comunicación directa y sin ambigüedades.
Su principal característica es que poseen un cuerpo propio, lo que significa que tienen cualidades físicas —como forma, color, textura y tamaño— que los definen y los distinguen de otros objetos.
Esta corporalidad los convierte en entidades directamente perceptibles por nuestros cinco sentidos.
Un objeto concreto no requiere de una interpretación compleja, ya que prácticamente "te está diciendo lo que es" por su sola presencia física.
Son, por naturaleza, mesurables y acotados, existiendo en una realidad tangible que podemos tocar, ver y verificar, lo que sienta las bases para un entendimiento común casi instantáneo.
Por qué comunicar sobre objetos concretos genera menos conflictos
La comunicación centrada en objetos concretos es inherentemente menos conflictiva porque deja un margen mínimo para la interpretación subjetiva.
Si toda nuestra comunicación se limitara a estos objetos, los pleitos, malentendidos y discusiones se reducirían drásticamente.
La razón es simple: es difícil debatir sobre la existencia o las características fundamentales de algo que ambos interlocutores pueden ver y tocar.
Por ejemplo, si una silla está rota, se lleva a un experto que identifica un problema tangible, como "una pata floja".
La repara, y el resultado es verificable de inmediato: la silla ya no se tambalea.
No hay debate filosófico sobre la "esencia" de la rotura; el problema y la solución son concretos, y el resultado es la satisfacción de ambas partes sin conflicto.
Ejemplos prácticos: unas llaves, una silla, un ordenador
Los objetos concretos son los protagonistas de nuestra vida cotidiana.
Cuando alguien se refiere a "estas llaves", "este ratón de ordenador" o "aquella silla", casi nadie en la sala opinaría lo contrario o discutiría la naturaleza del objeto en cuestión.
Otros ejemplos claros incluyen una mesa, un teléfono móvil, un refrigerador o una cama. Al comunicar sobre estos elementos, partimos de una base de acuerdo casi universal.
La palabra y el objeto físico que representa están directamente vinculados en la mente de la mayoría de las personas, creando un puente de entendimiento inmediato y eficaz.
Esta certeza compartida es el pilar que sostiene una comunicación clara y sin complicaciones.
Aunque son más sencillos, los matices de la perspectiva aún existen
Es crucial entender que, si bien la comunicación sobre objetos concretos es más sencilla, no está completamente exenta de matices. La perspectiva de cada interlocutor todavía juega un papel.
Por ejemplo, aunque dos personas estén de acuerdo en que están mirando un ratón de ordenador, su visión del objeto puede variar ligeramente.
Quien lo ve desde arriba observará los botones de clic, mientras que quien lo ve desde el frente podría notar el puerto del cable o el sensor óptico.
Ambos tienen razón y ambos describen el mismo objeto, pero su percepción es incompleta y diferente.
Estos pequeños matices demuestran que, incluso con lo tangible, la realidad de cada individuo es única, un factor que se magnifica exponencialmente cuando pasamos al terreno de los objetos abstractos.
Resumen
Los objetos concretos poseen un cuerpo propio, con cualidades físicas como forma, color y tamaño que los definen. Son mesurables y directamente perceptibles por nuestros cinco sentidos, lo que facilita un entendimiento común casi instantáneo.
La comunicación sobre objetos concretos es menos conflictiva porque deja un margen mínimo para la interpretación subjetiva. Es difícil debatir sobre las características de algo que ambos interlocutores pueden ver y tocar, como una silla rota.
Aunque la comunicación sobre lo tangible es más sencilla, no está exenta de matices, pues la perspectiva de cada uno juega un papel. La visión de un ratón de ordenador varía si se ve desde arriba o desde el frente.
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