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La Percepción y las Emociones

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La Percepción y las Emociones


La forma en que percibimos la realidad es el punto de partida de nuestras emociones y, por ende, de nuestras acciones.

Cada persona tiene un filtro de percepción único, moldeado por sus experiencias, educación y condicionamiento social.

Este filtro personal determina cómo interpretamos lo que nos sucede, y a menudo nos lleva a reaccionar de manera diferente ante una misma situación.

Un ejemplo claro de esto es cómo las personas reaccionaron a los confinamientos por la pandemia: mientras algunos se sintieron frustrados y solo se quejaban, otros lo vieron como una oportunidad para planificar el futuro y empezar nuevos proyectos.

La externalización de nuestras emociones

En nuestras interacciones diarias, a menudo utilizamos nuestra percepción como una excusa para sentirnos ofendidos.

Caemos en la trampa de externalizar las causas de nuestro malestar, atribuyendo nuestra frustración o enojo a los supuestos errores de los demás.

Un supervisor que te microgestiona es un hecho, pero la frustración que sientes por ello es una emoción interna, y confundir ambas cosas es un error que nos castiga a nosotros mismos por los supuestos errores de los demás.

La pregunta clave para gestionar esto es: si alguien te dice algo que te hace sentir enojado, estresado o triste, ¿quién controla realmente lo que pasa dentro de ti?.

Reacciones y objetividad

Entender que la incomodidad que sentimos es una elección personal y no una consecuencia inevitable de la situación, nos permite recuperar la objetividad.

Al darnos cuenta de que hemos entregado el control de nuestras emociones a factores externos, podemos empezar a tomar decisiones más conscientes en lugar de caer en reacciones impulsivas.

Esto es especialmente relevante en el contexto de las relaciones, donde las reacciones emocionales pueden llevar a una comunicación ineficaz y a patrones de comportamiento perjudiciales.

La distinción entre un hecho (lo que sucede) y una emoción (cómo me siento al respecto) es el primer paso para dejar de ser una víctima de nuestras circunstancias y comenzar a ser el arquitecto de nuestras respuestas.

Resumen

La forma en que percibimos la realidad es la base de nuestras emociones y acciones. Cada persona tiene un filtro de percepción único, moldeado por la experiencia y el entorno. Esto determina cómo interpretamos las situaciones y cómo reaccionamos.

A menudo usamos nuestra percepción para justificar nuestro enojo, culpando a otros. Confundir un hecho con una emoción nos castiga por los supuestos errores de los demás. La incomodidad que sentimos es una elección personal, no una consecuencia inevitable.

Recuperar la objetividad nos permite tomar decisiones conscientes en lugar de reacciones impulsivas. La distinción entre un hecho y una emoción es el primer paso para dejar de ser víctima de nuestras circunstancias y tomar el control de nuestras respuestas.


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