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La Autoevaluación y el Lenguaje Interno

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La Autoevaluación y el Lenguaje Interno


La manera en que nos hablamos a nosotros mismos es fundamental para nuestro bienestar emocional y para nuestra capacidad de crecimiento.

A menudo, caemos en la trampa del autojuicio, reprochándonos duramente por los errores que cometemos.

Este lenguaje interno, lleno de frases como "qué tonto fui" o "siempre me equivoco", nos lleva a un estado de odio hacia nosotros mismos, impidiéndonos aprender de nuestros fallos.

En lugar de culparnos, es crucial desarrollar un lenguaje interno más constructivo que nos permita reconocer nuestras limitaciones y transformarlas en oportunidades de desarrollo.

Evitando los juicios moralistas en nuestra autoevaluación

El lenguaje interno se conecta con nuestra autoevaluación, que a menudo viene cargada de juicios moralistas.

Para romper este ciclo, es vital aprender a evaluar nuestras acciones sin culparnos.

La clave es enfocarnos en si nuestras necesidades fueron satisfechas o no, en lugar de juzgar si lo que hicimos estuvo bien o mal.

Por ejemplo, en lugar de decir "soy un vago por salir tarde de casa", es más útil decir "no me gusta haber salido tarde, porque no pude terminar mis pendientes a tiempo".

Esta forma de autoevaluación nos ayuda a entender la causa y el efecto de nuestras acciones, sin castigarnos por ellas.

El peligro de la autoexigencia

A menudo, nos imponemos una autoexigencia irreal, usando frases como "debería dejar de fumar" o "tengo que hacer más ejercicio".

Este lenguaje, que se basa en la obligación, nos hace resistirnos, ya que no estamos destinados a vivir bajo el peso de lo que "deberíamos" hacer.

Someternos a estas autoexigencias nos quita la alegría de vivir, ya que nuestros actos dejan de surgir de una contribución voluntaria y se convierten en una carga.

La CNV nos invita a reemplazar el "tengo que" por el "quiero".

En lugar de decir "tengo que hacer ejercicio", podemos decir "quiero hacer ejercicio para sentirme más saludable y con energía".

La historia que nos contamos a nosotros mismos

Nuestra mente constantemente se cuenta una historia sobre quiénes somos, y esta narrativa a menudo incluye culpas, castigos y creencias limitantes que generan sufrimiento.

La autoevaluación nos permite examinar esta historia y decidir si es necesario cambiarla.

Para ello, podemos usar herramientas como el auto-registro de creencias, donde identificamos los pensamientos negativos y los reemplazamos por afirmaciones más realistas y empoderadoras.

El objetivo final es desarrollar la autocompasión, que nos permite vincularnos afectuosamente con todas las facetas de nuestra persona, reconociendo nuestras necesidades sin juzgarnos.

Al cambiar la historia que nos contamos, podemos transformar nuestra vida de manera única.

Resumen

La forma en que nos hablamos a nosotros mismos es crucial para nuestro bienestar. A menudo, caemos en la trampa del autojuicio, reprochándonos los errores. Esto nos lleva a odiarnos a nosotros mismos en lugar de aprender de nuestros fallos.

Para romper este ciclo, debemos evaluar nuestras acciones sin juzgarlas. Es mejor enfocarse en si se satisficieron nuestras necesidades en lugar de si la acción fue buena o mala. Esto nos ayuda a entender la causa y el efecto de nuestras acciones.

Debemos reemplazar "tengo que" con "quiero" para motivarnos de forma más positiva. Al cambiar la historia interna que nos contamos sobre quiénes somos, podemos transformar nuestra vida. La autocompasión es clave.


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