¿qué debemos evitar en la comunicación con los hijos?
Brindar amor, cuidado y protección a nuestros hijos es un deseo legítimo y necesario que nos llena de satisfacción, pero a veces, al encargarnos de ese ser indefenso que llega a nuestra vida, sobrepasamos los límites saludables al satisfacer sus necesidades, pasando entonces a ser controlados por los niños que tanto amamos, quienes se convierten en astutas criaturas que buscando la autocomplacencia amenazan con destruir la paz del hogar; toca entonces a los padres reconducir la situación y, con inteligencia, llevar la crianza de los hijos a puerto seguro.
Casi todas las personas desarrollan la tendencia a evitar los errores al considerarlos como algo negativo en nuestra vida, ignorando el punto de vista de ver en el error una oportunidad de aprendizaje y crecimiento personal, y eso hace que muchos padres, intentando evitar que sus hijos se equivoquen, cometan en el proceso de comunicación con ellos, acciones que terminan debilitando su personalidad en formación.
Cuando los hijos crecen en un entorno donde la violencia verbal, las discusiones y el enfado, los gritos y las ofensas predominan sobre la razón, solo se consigue acentuar las actitudes negativas que se intentan borrar. El enfado y los gritos solo expresan la impotencia de los padres al no poder controlar la actitud negativa de los hijos, haciéndoles experimentar resentimiento y vergüenza; entonces, deseando tomar el control.
Los padres utilizan recursos como:
Con estos recursos, los padres pretenden buscar fallas en el comportamiento de los hijos o hacerles ver que les pueden imponer castigos y consecuencias cuando no actúan correctamente. También señalan las diferencias entre un niño y otro, y de esta manera anulan la energía de los hijos que crecen con sentimientos de inferioridad. Pero estos modos de gestionar la comunicación con los hijos implican el riesgo de que finalmente se conviertan en niños dóciles y obedientes o en niños rebeldes y desafiantes.
Cuando los padres, mediante la comunicación, pretenden controlar el comportamiento de los hijos y evitar errores en la vida futura de ellos, a veces usan maneras más sutiles, intentando mantener la paz en el hogar.
A estas gestiones se les llama:
Cuando los hijos crecen con una correcta comunicación con los padres, logran conformar una personalidad madura que los prepara para asumir retos nuevos, con una autoestima saludable y seguridad en sí mismos. Durante toda la infancia, los padres deben garantizar una comunicación de calidad basada en escucharlos con atención, sin interrumpirlos innecesariamente, logrando que se sientan apreciados como seres singulares y valiosos; aportando orientación, pero evitando hablar en exceso y con respeto.
Siempre que los hijos sientan que sus ideas y sentimientos son respetados por los padres, crecerán con una actitud de respeto hacia los criterios de los demás, lo que sentará buenas bases para sus relaciones en el futuro. No cabe duda alguna de que la comunicación es la base del acompañamiento necesario para los hijos, porque a través de la comunicación los padres transmiten su ejemplo y comparten amor y valores útiles para toda la vida.