Familias con ausencia parental

Familias con ausencia parental

En casi todos los países del mundo, la gente está valorando el hecho de que cada vez es menor el número de familias con la presencia física de los dos progenitores, y es aún más alarmante que los expertos aseguran que cada vez será menos frecuente ver este modelo de familia. Por eso, es necesario asumir que hay mucho trabajo por hacer en cuanto a concientizar a las personas en términos de maternidad y paternidad responsables. De lo contrario, el número de niños que estarán creciendo sin el adecuado apoyo emocional traerá resultados negativos no solo a ellos, sino a la sociedad en general.

Cuestión de responsabilidad

Algunas personas creen que en la crianza de los hijos lo material es de mayor importancia que el aspecto afectivo. Por eso, cuando por diferentes razones los padres dejan el cuidado de sus hijos a los abuelos, lo que es bastante común, o a tíos o niñeras, aunque el niño sea bien cuidado por estas personas, siempre crecerá con el vacío del amor insustituible de sus padres biológicos, que son denominados por los estudiosos del tema padres ausentes. Muchas veces, estos padres y madres ausentes están realmente forzados por circunstancias insalvables que los alejan de sus hijos. Pero abundan los padres que, una vez terminada la relación sentimental, toman distancia también de su hijo. Solo aquellos con la sensibilidad, madurez y amor hacen los ajustes necesarios en su rutina de vida para brindar el valioso apoyo presencial que les aporta orientación oportuna, afecto y valores para su vida.

Maneras de estar ausente

Existe un tipo de padre que, cuando la relación con la madre de su hijo termina, desaparece para siempre de la vida del niño y los deberes elementales de manutención también son ignorados. No quiere ver ni saber que existe, puede decirse que hace renuncia total de su paternidad.

Hay otros padres ausentes que sí desean ejercer su paternidad, pero son apartados de los hijos por causa de la madre, quien, actuando a veces de manera inconsciente, o imitando el actuar de otras madres, no da el valor necesario a la figura paterna, adoptando posturas egoístas que solo aportan daño al desarrollo futuro de los hijos.

El padre ausente desconocido o desaparecido puede verse en casos de embarazo adolescente, cuando el jovencito, al conocer la noticia del embarazo, reacciona por miedo o por irresponsabilidad, desentendiéndose totalmente. En su etapa adulta, desea conocer a su hijo o hija y brindarle afecto.

Existen también los padres ausentes involuntarios, que se pueden identificar en dos grupos:

• Algunos padres están presentes físicamente, pero su inmadurez no les permite interactuar y jugar su rol como padres, orientando y educando a sus hijos. Se les asocia con el síndrome de Peter Pan, el adulto que no crece nunca, siempre actúa como niño.
• Padres que, por sus profesiones, están ausentes del hogar durante largos periodos de trabajo o incluso temporadas, para lograr satisfacer las necesidades de la familia. Este tipo de padres puede verse con relativa frecuencia en algunos países donde la precariedad económica de la familia los impulsa a aceptar oportunidades laborales en lugares distantes para aportar una mejor calidad de vida a sus pequeños.

El costo psicológico

Quienes tuvieron el privilegio de crecer junto a sus padres nunca podrán calcular el profundo dolor que causa, para los hijos, durante su etapa de crecimiento, la ausencia de éstos. La sensación de desamparo y la falta de orientación adecuada es solo una mínima parte del precio a pagar. Crecer con esta vivencia dificulta la adaptación de los futuros adultos a la sociedad, genera baja autoestima y dificultad para identificarse con figuras de autoridad.

El costo psicológico se expresa también en actitudes impulsivas, estados de ansiedad, estrés y comportamientos agresivos. El hecho de no saber manejar la tristeza por el padre o madre ausente puede conducir a estados depresivos y conductas antisociales. Ningún bien material puede compararse con el beneficio de crecer junto a los padres biológicos, quienes desde su cuidado amoroso aportan una base sólida para una vida adulta plena y feliz.